sábado, enero 28, 2006

Vos y Yo...

En la distancia, unidos cual almas sincronizadas en la misma longitud de onda. Vibración sublime de amor y de gozo, bacanal de sensaciones imposibles de explicar.
Y cuando estamos juntos todo se potencia, las palabras huelgan, nuestras manos hablan, nuestra piel estalla en el infinito lenguaje de los sentidos, comunicación sublime, cuasi religiosa, etérea, intangible, profunda e incontenible. Caricias y besos en danza frenética, gemidos y éxtasis de puro placer, bendito diálogo entre esencia y materia, ansia desbordada de entregar y recibir. El abrazo nos unifica hasta llevarnos al límite, que en cada encuentro se eleva a niveles impensables, increcendo hasta que el placer, ya incontenible, se derrama glorioso, prolongada y lentamente, saboreando sin prisa y con ternura la dulce sensación.
Pero el juego no culmina, sólo cambia en tiempo y forma, el frenesí se aplaca, la agitación cede, es tiempo de caricias lentas, de besos suaves, de miradas profundas, de diálogos sabios, la maravillosa unión del espíritu luego de la apasionada unión del cuerpo.
Y poco después, el ciclo se reinicia.