miércoles, diciembre 13, 2006

Aprendiendo...


Los lectores siguen colaborando con mi inspiración, cosa que agradezco grandemente ya que estos días pareciera que los más de 35°C atrofian mis neuronas un poco más de lo normal.

Hoy Eduardo Marcelo dejó en el Libro de Visitas un fragmento de este sabio poema de J. L. Borges que por supuesto ya conocía pero que hace mucho no tenía presente.

Me premití buscar la versión completa y compartirlo con Ustedes porque nunca está de más recordar conceptos que seguramente ya conocemos, pero que por momentos se nos olvidan.

Es maravilloso aprender cada día un poquito más, lo és también descubrir el inmenso valor de las pequeñas cosas, una simple caricia, un beso robado, un reconfortante abrazo, una palabra de aliento... no desperdiciemos las oportunidades de aprender que nos regala la vida, el tiempo se nos esfuma sin darnos cuenta pero la sabiduría es eterna...

Gracias Eduardo por tu aporte y gracias también por tu opinión de Bruja´s :-)


Después de un tiempo uno aprende la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar el alma, y uno aprende que el amor no significa acostarse y que una compañía no significa seguridad, y uno empieza a aprender...

Que los besos no son contratos y los regalos no son promesas y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos, y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes... y los futuros tienen una forma de caerse en la mitad.

Y después de un tiempo uno aprende que si es demasiado... hasta el sol quema. Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de esperar que alguien le traiga flores.

Y uno aprende que realmente puede aguantar, que uno es realmente fuerte, que uno realmente igual vale, y uno aprende y aprende... y con cada día uno aprende.

Con el tiempo aprendes que estar con alguien porque te ofrece un buen futuro, significa que tarde o temprano querrás volver a tu pasado.

Con el tiempo comprendes que sólo quien es capaz de amarte con tus defectos y sin pretender cambiarte, puede brindarte toda la felicidad que deseas.

Con el tiempo te das cuenta de que si estás al lado de esa persona sólo por acompañar tu soledad, irremediablemente acabarás no deseando volver a verla.

Con el tiempo entiendes que los verdaderos amigos son contados, y que el que no lucha por ellos, tarde o temprano se verá rodeado de amistades falsas.

Con el tiempo aprendes que las palabras dichas en un momento de ira pueden seguir lastimando a quien heriste durante toda la vida.

Con el tiempo aprendes que disculpar cualquiera lo hace, pero perdonar es sólo de almas grandes.

Con el tiempo comprendes que si has herido a un amigo duramente, muy probablemente la amistad jamás volverá a ser igual.

Con el tiempo te darás cuenta que aunque seas feliz con tus amigos, algún día llorarás por aquellos que dejaste ir.

Con el tiempo te darás cuenta de que CADA EXPERIENCIA VIVIDA CON CADA PERSONA ES IRREPETIBLE.

Con el tiempo te darás cuenta de que el que humilla o desprecia a un ser humano, tarde o temprano sufrirá las mismas humillaciones y desprecios multiplicados al cuadrado.

Con el tiempo aprendes a construir todos tus caminos en el hoy, porque el terreno del mañana es demasiado incierto para hacer planes.

Con el tiempo comprendes que apresurar las cosas o forzarlas a que pasen ocasionará que al final no sean como esperabas.

Con el tiempo te das cuenta de que en realidad lo mejor no era el futuro, sino el momento que estabas viviendo justo en ese instante.

Con el tiempo verás que aunque seas feliz con los que están a tu lado, añorarás terriblemente a los que ayer estaban contigo y ahora se han marchado.

Con el tiempo aprenderás que intentar perdonar o pedir perdón, decir que amas, decir que extrañas, decir que necesitas, decir que quieres ser amigo,... ante una tumba, ya no tiene ningún sentido.

pero desafortunadamente, sólo con el tiempo.

Jorge Luís Borges

1 comentario:

Anónimo dijo...

opino que no es de borges,sino que se le atribuyo erroneamente a él