jueves, octubre 13, 2005

Réquiem para una historia que concluyó

Nuestra historia terminó, ya aprendimos uno del otro todo lo que teníamos que aprender, ya nos dimos todo lo que podíamos darnos, ya compartimos todo lo que teníamos que compartir. Es el momento de dejarte ir, sin mirar atrás, sin rencores ni lágrimas, sólo feliz y gratificada por lo que tuvimos, que por cierto no fue poco. Esta es mi despedida en la que comparto algo que es tuyo y mio, este poema que una vez me supiste regalar, con él te doy el beso del adiós, el último acto de este postrer homenaje, con esto bajo el telón.



Poema para Edith

Bruja,
fierro entre mis amigas,
entre las pocas amigas
que me ha dado la vida.

¿Cómo expresar gratitud
de tantas noches de llanto,
de tanto desconsuelo por amores perdidos,
de tanto aguante sostenido
en medio de la más violenta tempestad
que es esta vida?

¿Con que moneda pagarte
tanto sufrimiento y tanta desdicha
cuando no es dinero
lo que yo tengo para darte?

¿De que osada manera podría yo
regalarte una aventura
si la edad y circunstancias
nos separan?
¿Con que clase de amor,
sería justo pagarte,
si vos me llamás "mi amor"
y yo... simplemente "Bruja"?

No lo sé (o no lo recuerdo).
Quizás con éste poema alcance.
Quizás con una moneda de otro material.
Quizás con un partido de un juego nuevo,
de algún juego por resurgir,
de algún juego por revivir.

Todo es posible.
Si estamos aquí, ahora, resistiendo,
como siempre...
como siempre fue,
y como siempre será...
todo es posible.

Buenos Aires, lunes 6 de Mayo de 1996
C.A.J.

Fué posible por mucho, mucho tiempo, pero nada es eterno, te deseo lo mejor.

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